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¿Qué implica la data de género?

- el junio 14, 2017 en Experiencias, Guest posts

Vivas Nos Queremos 8
En uno de los encuentros que tuvimos en Abrelatam 2016, a Majo Greloni (directora de Comunicación y Campañas Online en Wingu) y a mi nos motivó la curiosidad de identificar los desafíos sobre género y datos desde la diversidad que siempre caracteriza a este evento; fuimos voluntarias para conducir esta mesa y uno de los desafíos que se quedó rondando en mi cabeza tenía que ver con identificar qué se puede hacer con la poca data de género que tenemos para incidir en políticas públicas.

Entrando a una reflexión más profunda, me doy cuenta de que cuando empezamos una conversación sobre data de género, en la mayoría de los casos la primera puntualización que resalta es hablar sobre violencia de género y la ausencia de información que llega a ser una suerte de común denominador en Latinoamérica. Lo primero tiene que ver con que tendemos a limitar el tema de género al enfoque de violencia por el contexto urgente de nuestros países, y esa mirada es necesaria aunque no la única; lo segundo, un poco más preocupante, tiene que ver con la falta de datos de género, y si existen, la cuestionable calidad de los mismos.

Cuando hablamos de data de género no nos referimos meramente a un indicador enunciativo de hombres y mujeres dentro una base de datos: estamos hablando de todas las dimensiones que comprenden estos dos diferenciadores mayores, yendo a la construcción cultural y social más allá de lo biológicamente determinado. Esta construcción implica la comprensión de la vida de las mujeres y las disparidades, los desafíos políticos y legales que enfrentan y les impide avanzar; elementos que normalmente resultan ausentes de los datasets ante la falta del corte de género como componente primario de las bases de datos.

La perspectiva de género, en este sentido, alude no sólo al potencial de granularidad y calidad de datos y su consiguiente valor derivado del análisis, sino también a su potencial político, transformador de la realidad, es decir, una propuesta política que exige un compromiso a favor de la construcción de relaciones de igualdad de género. Sin buenos datos, nos perdemos de detalles cruciales que pueden cambiar disparidades y acortar caminos en los desafíos planteados; no podemos ver con precisión qué es lo que necesita ser modificado, si es que las soluciones planteadas funcionan o no, o si hay progreso en lo que estamos haciendo.

 

Desde cualquiera que sea nuestra rama de interés, la data de género implica no solamente una cuestión técnica que en definitiva tiene un peso importante y que determina la calidad de futuros análisis, al mismo tiempo hablamos de una cuestión basada en política y por lo tanto, la determinación de qué valores medir. En ese sentido, si consideramos que tenemos recursos limitados para la recolección de datos, la elección sobre qué medir, cómo medirlo y quién está midiendo puede profundizar una división inadecuada de datos y proporcionar datos sexistas o poco útiles.

No hay igualdad de género sin igualdad de datos

«Medimos lo que valoramos y si no es parte de la mentalidad que, por ejemplo, el trabajo no remunerado de las mujeres en el hogar tiene un valor económico además de otros beneficios y, por lo tanto, no medimos ese trabajo, entonces no podemos ver cómo las mujeres impulsan el desarrollo económico y productivo de los países», dice Emily Courey Pryor, directora de la iniciativa Data2X de la Fundación de las Naciones Unidas, cuyo objeto es mejorar la disponibilidad y el uso de los datos de género.

El vínculo entre los datos de género y el empoderamiento económico de las mujeres es un ejemplo enorme, y sin embargo es sólo una de las múltiples áreas en las que esta data es carente o inexistente.

Pasar por alto estas valoraciones contribuye a una cultura de invisibilidad; como el ejemplo expuesto por Courey existen otros tantos, relacionados por ejemplo a la edad reproductiva de las mujeres, que según la OMS, se define entre 15 y 49 años; y sin embargo las niñas menores de 15 años representan 2 millones de los 7,3 millones de embarazos de niñas menores cada año en los países en desarrollo, según UNFPA. Estos 2 millones de niñas no aparecen en las estadísticas y sin embargo están ahí.

La data de género, precisa y completa, abre la puerta a la identificación y consiguiente subsanación de estas brechas de datos, que a su vez se traducen en promoción de políticas efectivas para el cierre de brechas de desigualdad.

Con este panorama, conversando con Natália Mazzote (Co-Directora en Gênero e Número y Administradora de programas en Escola de Dados Brasil), concordamos que las varias implicaciones de los datos de género se convierten en un reto desde el punto de vista de la planificación estratégica: contamos con bases de datos e información sobre temas varios, como por ejemplo la empleabilidad en carreras universitarias tecnológicas, pero no contamos con información suficiente para medir, por ejemplo, la asimetría de género pues el recorte de datos de género se excluye o no se considera como importante dentro de estas recolecciones; a fin de cubrir esta brecha, el proceso al que normalmente recurrimos quienes trabajamos género desde distintas perspectivas, es el de crear una estructura propia recurriendo a fuentes alternas, especialistas en la materia y otros.

Esto implica un gran esfuerzo al momento de generar bases de datos y análisis como resultado de investigaciones, y poner este conjunto disponible para cualquier interesado; pero por momentos queda limitado al alcance local al no tener estándares internacionales que nos permitan tener una comparación macro de lo que está pasando a nivel regional.

 

Dos esfuerzos más visibles para subsanar la falta de estándares internacionales, mejorar la disponibilidad y el uso de los datos de género son:

  • Publicado en septiembre de 2015, los 16 indicadores globales «Listos para medir» (Ready to Measure) y monitorear los resultados para mujeres y niñas sobre los Objetivos de Género de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), lanzados por la Organización de las Naciones Unidas con una nueva agenda de desarrollo sostenible y metas al 2030; los 17 objetivos que componen este compromiso han planteado un escenario más transversal para el tratamiento de las disparidades de género: la incorporación sistemática de una perspectiva de género en la implementación de la agenda global de trabajo, reflejada en la identificación de la meta 5 denominada “Igualdad de Género” y 11 ODS incluyen metas específicas desagregadas por género.

Impulsado por Data2x, quienes han identificado 28 brechas de datos en cinco ámbitos: salud, educación, oportunidades económicas, participación política y seguridad humana, ya cuentan con definiciones acordadas internacionalmente, que se elaboran a través de los instrumentos de recolección de datos disponibles, que ya cuentan con una cobertura relativamente amplia, que no tienen sesgos de género incorporados, y que están basados en las recomendaciones de ONU Mujeres, el Grupo Interinstitucional y de Expertos sobre Estadísticas de Género, el Grupo de Trabajo Abierto, los indicadores de los ODS y la actual lista de la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas, incluyendo pero no limitado a la meta cinco sobre Igualdad de Género de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Están en la búsqueda de unir esfuerzos con otros socios, expertos y agencias nacionales para poner a prueba los indicadores “Listos para medir” y motivar el inicio de la recolección de datos de género.

  • Más reciente, de septiembre de 2016, la iniciativa emblemática “Haciendo que cada mujer y cada niña cuenten” (Making Every Woman and Girl Count) de ONU Mujeres. El programa de cinco años invertirá los recursos y la experiencia necesarios, centrándose en 12 países pioneros, para generar, priorizar y utilizar los datos de género. Ayudará a los países a formular políticas basadas en datos concretos y orientadas a aplicar plenamente los progresos logrados en relación con los objetivos de desarrollo sostenible (GDS).

 

En ambos casos existen objetivos claramente trazados, en búsqueda de resultados que ciertamente no veremos en el corto plazo, pero que significan un esfuerzo importante por trascender en la necesidad de mejores datos de género.

 

La labor continua y el rol desde sociedad civil

 

En el continuo ejercicio de demanda y generación de mejor data de género por parte de la ciudadanía hacia los gobiernos, vale la penar que como ejercicio recordemos y apliquemos los Principios Básicos para la Revolución de Datos para el Desarrollo Sostenible, presentado en el informe de la revolución de datos “Un mundo que cuenta” (A world that counts) de Naciones Unidas, para entender qué pedimos, cuáles las características que necesitamos y cómo lo pedimos:

  1. CALIDAD Y RELEVANCIA DE LOS DATOS: Lo había mencionado anteriormente, la invisibilización del corte de género deriva en un análisis de dataset sesgados, lo que limita la posibilidad de generar transformaciones.
  2. DESAGREGACIÓN DE DATOS: Se ha considerado al corte de género como omnipresente en las bases de datos, sabemos que se hizo, pero en algún punto alguien consideró que no eran importantes para el análisis; esta práctica invisibiliza realidades.
  3. OPORTUNIDAD DE DATOS: Los datos retrasados ​​son datos negados; la falta de datos desagregados y en el tiempo oportuno significan un dificultad mayor y una demora para la pertinente revisión de las políticas públicas.
  4. TRANSPARENCIA DE DATOS Y APERTURA: Todos los datos sobre cuestiones públicas y / o financiados por fondos públicos, incluidos los datos producidos por el sector privado, deberían hacerse públicos y «abiertos por defecto», con excepciones estrictas para las preocupaciones reales de seguridad o privacidad. En lo relacionado a género específicamente, la falta de transparencia y apertura de estos datos está generando poca precisión en la identificación de problemas y posibles soluciones, en lo que demandamos al aparato público.
  5. DATOS DE USABILIDAD Y CURACIÓN: La arquitectura de datos debe poner gran énfasis en el diseño centrado en el usuario y en interfaces amigables para el usuario, considerando que los usuarios frecuentes de estos datos, además de los organismos públicos, son organizaciones de sociedad civil. Datasets incomprensibles o información con componentes de complejidad innecesarios, como PDFs con contraseña, no facilitan el consumo de datos.
  6. PROTECCIÓN DE DATOS Y PRIVACIDAD: Es necesario elaborar normativa clara, políticas y marcos jurídicos sólidos que regulen la inclusión y la exclusión voluntaria, la extracción de datos, la reutilización con otros fines, la transferencia y la difusión. Los ciudadanos deberían poder comprender y controlar mejor sus propios datos y proteger a los productores de datos de las demandas de los gobiernos y de otros ataques.
  7. GOBIERNO DE LOS DATOS E INDEPENDENCIA: En la alternancia del poder político, muchas oficinas nacionales de estadística se ven afectadas en sus procesos y continuidad de acciones, las coloca en una posición de vulnerabilidad a la influencia de los grupos políticos y de interés. La calidad de los datos debe ser protegida y mejorada mediante el fortalecimiento y la garantía de que son funcionalmente autónomos, independientes de los ministerios sectoriales y de la influencia política.
  8. RECURSOS Y CAPACIDAD DE LOS DATOS: Una doble responsabilidad, por una parte requiere inversiones, por ejemplo, en capital humano, mejores tecnologías, infraestructura, datos geoespaciales y sistemas de gestión principalmente en sistemas gubernamentales; por otra debe desarrollarse la capacidad de ciencia de datos en los servidores públicos y organizaciones de sociedad civil para generar valor agregado a partir de datos, ello puede convertirse en un elemento complementario de calidad a las estadísticas oficiales.
  9. DERECHOS DE DATOS: Es la comprensión de que la revolución de los datos está estrechamente vinculada al ejercicio y resguardo de los derechos humanos, entre otros, el derecho a ser contados, el derecho a la identidad, el derecho a la privacidad ya la propiedad de los datos personales, el derecho al debido proceso, por nombrar algunos, pero que en esencia implican.

 

Finalmente, como periodistas, investigadores y activistas las puertas están abiertas para replantearnos la perspectiva de nuestras causas y empezar a dar enfoque de datos a los temas de género: ello nos conduce a una discusión en un nivel más puntual y efectivo, trascendiendo más allá de lo mediático y empujando a la reflexión más objetiva que se enfoque justamente en subsanar aquellas disparidades invisibilizadas; los datos son la herramienta más concreta para incidir en políticas públicas.

 

 

Relevancia de datos abiertos: del discurso al impacto

- el mayo 29, 2017 en DAL, Experiencias, Fuentes de datos, Guest posts

Chasm

CC by SA Monyo Kararan

Hay todavía un abismo entre el discurso de datos abiertos y el impacto que esta apertura, publicación, vinculación y otras prácticas tienen en la vida de las poblaciones globales. El puente entre los extremos de ese abismo es la relevancia de los datos, es decir, la capacidad que estos tienen para ser aprovechados efectivamente por las diversas poblaciones globales. Este abismo parece especialmente insondable para poblaciones que son política y socialmente excluidas.

La vinculación de los dos extremos de ese hueco es cada vez de una necesidad mayor, toda vez que organismos, oficiales y autónomos globales, han adoptado en mayor o menor medida dicho discurso de apertura de datos.

Es necesario en este punto, a la vez que admitir los avances, prestar atención a las muchas deficiencias en políticas de apertura en regiones específicas, reconocer que la apertura no es un fin en sí mismo, y que resulta trivial si no viene aparejada de garantías de acceso y uso de los conjuntos de datos. Más aún, resulta indispensable establecer mecanismos concretos y específicos para corregir esta deficiencia.

Para ello deben desarrollarse estándares contextuales, técnicos y de evaluación,  con miras a la inclusión de amplias poblaciones que se beneficien del impacto de las políticas de apertura de datos.

El eje técnico

Dear W3C

CC by NC SA Paul Downey

En un sentido técnico, la relevancia de datos es una métrica de calidad de datos que vincula los sets de datos disponibles con el interés de actores sociales. En este mismo sentido, parte del abismo entre apertura e impacto es irónicamente un vacío de (meta)datos: aquellos que se refieren a las potencialidades de “consumo” de dichos conjuntos de datos.

En una publicación sobre prácticas recomendables para la publicación de datos en la web,  el World Wide Web Consortium (W3C) detalla una serie de criterios para que los conjuntos de datos sean vinculables y aprovechables en máximo grado. Entre estas prácticas, se encuentra el uso de un Vocabulario para el Uso de Conjuntos de datos (DUV, por sus siglas en inglés), para proveer un modo de retroalimentación entre “consumidores” y “publicadores” de datos sobre el uso de los mismos. Por ejemplo, agregando metadatos descriptivos a los conjuntos de datos, tanto sobre la base en sí misma, como de sus posibles usos. De esta manera, se generan metadatos que permiten contrastar el uso sugerido y el reuso dado.

Estas nuevas prácticas se adscriben a los principios FAIR y concuerdan con el espíritu de distribución y acceso universal que originalmente concibió internet.

Phil Archer, una de las diecinueve personas que redactó las recomendaciones, describe el propósito del documento de la siguiente manera:

“Quiero una revolución. No una revolución política, ni ciertamente una revolución violenta, pero una revolución a fin de cuentas. Una revolución de la manera en la que las personas piensan sobre compartir datos en la red”.

El eje contextual

Ayot2inapa

CC by SA Marcos Ge

Para implementar relevancia hace falta una revolución que sí es de índole política: el reconocimiento de necesidades prioritarias en la publicación de conjuntos de datos, con respecto a necesidades de todos los grupos poblacionales, pero con especial atención a datos sobre garantías individuales que son sistemáticamente violentadas por gobiernos y otros actores sociales en distintas latitudes globales.

Por ejemplo, en el contexto mexicano, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) detalla en uno de sus informes más recientes no sólo algunas de las violaciones sistemáticas de Derechos Humanos: desaparición, desaparición forzada, tortura, ejecuciones extrajudiciales, injusticia; sino también las poblaciones más vulneradas por estas violaciones: mujeres, pueblos indígenas, niñas, niños, adolescentes, defensoras de derechos humanos, personas migrantes, personas lesbianas, gay, bisexuales, trans y otras formas de disentimiento sexual.

En países en que se viven estas condiciones, es indispensable que este contexto de Derechos Humanos sea considerado como un factor determinante para la elaboración de políticas de apertura de datos relevantes. Aparejada a estas políticas, sólo la instrumentación de reglamentaciones y mecanismos concretos de análisis de la demanda de datos puede proveer a estas poblaciones de elementos para su defensa, que convengan efectivamente en la mejora de sus vidas.

Un paso más para asegurar la relevancia de los datos abiertos es la creación de mecanismos específicos que garanticen que poblaciones política y económicamente excluidas tengan acceso a un volumen y calidad de datos suficientes que les permita trabajar para erradicar las prácticas mismas que han promovido su exclusión.

Es decir, debe existir una concordancia entre las políticas de apertura de datos y la agenda pública propuesta por un gobierno abierto para el empoderamiento de la población, agenda que ya de por sí debe incluir a las poblaciones mencionadas.

Para la elaboración de estándares de todo tipo sobre políticas de relevancia de datos deben ser llamadas a participar no solamente especialistas en defensa de derechos, legislaciones nacionales e internacionales y otras disciplinas, sino principalmente representantes de estas poblaciones vulneradas y despojadas de la vida o de factores que permitan una vida digna.

Hoy en día, la generación y publicación de datos con esta perspectiva se está llevando a cabo por organizaciones activistas. En México, por ejemplo, periodistas e investigadores independientes hicieron pública una base de datos sobre personas desaparecidas, y en Bolivia son activistas quienes construyen una base de datos sobre feminicidios; en España periodistas organizaron datos sobre la brecha de clase en el acceso a medicamentos; en Estados Unidos, un profesor universitario creó una base de variables relevantes para la comunidad LGBTTI; y desde el Reino Unido, el medio The Guardian creó una plataforma que muestra el número de personas de raza negra que mueren por causa de disparos de policías.

El eje de evaluación

Derivado del emparejamiento de los nuevos estándares técnicos propuestos por la W3C con las prioridades humanitarias globales, las poblaciones tendrían herramientas para exigir no sólo la calidad de los datos en los términos tradicionales de formatos de apertura, sino también en cuanto a su relevancia.

Por ejemplo, la encuesta global Open Data Survey, de la que proviene el Open Data Index de la organización Open Knowledge International, contiene algunas preguntas sobre la accesibilidad legal y técnica de los conjuntos de datos como una medida de su calidad. El Open Data Barometer, por otra parte, tiene un apartado de impacto social de la apertura de datos. Este año destaca, entre otras cosas, que el impacto en transparencia y rendición de cuentas disminuyó un 22%, mientras que el impacto en emprendimientos se incrementó 15%, lo cual ilustra que ciertos grupos sociales se están beneficiando de la apertura más que otros.

El aprovechamiento de la información es clave para que los conjuntos de datos puedan ser relevantes, no hay relevancia sin aprovechamiento y no hay aprovechamiento sin acceso a la información. En el caso ilustrado por el Open Data Barometer, los conjuntos de datos son relevantes solamente para emprendedores, lo cual implica que no necesariamente son relevantes para cualquier otro grupo poblacional.

No obstante, se necesitan más detalles para la evaluación de la relevancia de los datos a nivel nacional y local. En 2015, el investigador Juan Ortiz Freuler publicó el Estado de la Oferta y la Demanda de Datos Abiertos Gubernamentales tras la implementación de normativas de la defenestrada Alianza por el Gobierno Abierto en México, (de la cual las organizaciones de ese país decidieron salir, precisamente, debido a la evidencia de espionaje en contra de defensores de la salud y otros activistas con software de uso exclusivo gubernamental).

El informe de Freuler mostró, entre otros análisis, que la mayoría de las solicitudes de información (emparentadas con la demanda de datos abiertos) fueron realizadas por personas con grado académico de licenciatura, lo cual implica una profunda brecha de acceso a ellos respecto de poblaciones no profesionalizadas.

En su Uso y Cumplimiento de la Legislación de Acceso a la Información Pública en Brasil, Chile y México , los investigadores Silvana Fumega y Marcos Mendiburu ofrecen también algunos ejemplos de las ventajas de obtener datos sobre la demanda de información pública.

Por ejemplo, en la investigación de Fumega y Mendiburu se detalla que México incorpora dentro de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública (LGTAIP) la obligación del organismo garante de recopilar datos sobre las solicitudes de información pública.

Con esta obligación, tanto el Estado como actores independientes pueden llegar a la conclusión de que en 2013 los institutos de seguridad social nacionales en México y Brasil  y el ministerio de salud en Chile fueron las instancias públicas que más  solicitudes de información recibieron. A partir de esa información es posible tomar medidas para jerarquizar la información de dicha instancia de salud pública.

Simultáneamente, los datos estadísticos sobre las personas que hacen las solicitudes, como su edad, género o escolaridad, abonan a la necesidad de delinear con datos también las políticas públicas de datos abiertos.

Así, la estandarización técnica de ciertas prácticas permitiría obtener y cruzar datos sobre el uso y propósito de los mismos; la priorización contextual permitirá garantizar que poblaciones excluidas y en riesgo puedan beneficiarse tanto como el resto de los grupos sociales; y la evaluación permitirá monitorear el resultado de las prácticas mencionadas. 

En la publicación de las recomendaciones a las que antes aludí, sobre publicación de datos en internet, la W3C proponía generar a través de ellas una revolución exclusivamente tecnológica. No obstante, su articulación con estas otras formulaciones podría provocar una muy necesaria revolución que sí pertenece al orden de lo político: el empoderamiento de las comunidades a través del uso de conjuntos de datos.